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En tiempos donde los partidos parecen comenzar por el risueñamente llamado “sorteo de árbitros”, que Darío Herrera sea el responsable de dirigir el clásico ante San Lorenzo es un desnudo en Florida y Sarmiento. Grotesco, impúdico y sin reparo alguno en la transparencia que necesita el Clásico de Barrio más grande del mundo.


El último derby en el Bajo Flores se jugó en 2016. También fue domingo, también fue en noviembre y también lo dirigió el neuquino, que redondeó una patética actuación; encaminando, enderezando y solventando a puro silbatazo el triunfo del local. Va el ayuda-memoria.

En el primer tiempo, con San Lorenzo ganando 1-0 omitió un tremendo patadón (¡en la cara!) de Paulo Díaz a Pussetto, quien se había anticipado en el área chica, siendo su cabezazo detenido por Torrico. Nacho siguió en cancha de milagro. Era penal y anaranjada. Fue nada. Ya en el complemento y mientras Huracán buscaba el empate con mucha enjundia y poco tino, el juez puso quinta marcha y completó su rally de desaciertos: primero le obsequió al Ciclón un penal por una mano totalmente casual de Barrales. Marcos Díaz, en modo coloso, tapó el disparo de Ortigoza y le dio vida al Globo… Pero estaba él. Darío Herrera, cuasi descarado, puso el partido en el freezer con dos perlitas casi simultáneas: echó a Toranzo por entender que había pisado adrede a Belluschi tras una disputa (un minuto en cancha llevaba Pato) y le emitió a Ortigoza el cheque en blanco número 247, perdonándole un planchazo ante su mirada selectiva, a escasos metros de su posición. El volante tenía amarilla e impunidad.

Ganó por escándalo”, tituló Olé en su web, agregando: “Herrera tuvo fallos que perjudicaron al equipo de Caruso”. Minuto1: “El árbitro Darío Herrera cobró un penal más que dudoso”. TN: “El árbitro se equivocó al expulsar a Toranzo, cobró mal un polémico penal para el Ciclón y no echó a Ortigoza”. No es sano, pero Google tiene más para quien guste de Policiales.

Yendo más para atrás, al levantar la alfombra de los clásicos en el Bajo Flores encontramos mugre por doquier. Abril 2016, cómo olvidar el penal que Jorge Baliño prefirió no cobrar sobre la hora: Wanchope le ganó la posición a Caruzzo tras un envío frontal y el central, en un retroceso desesperado, se lo llevó puesto. Clarito, a primera vista y en cámara lenta. Con o sin VAR. Sin embargo, San Lorenzo ganaba 1 a 0 y el juez no quiso ver al elefante delante de sus ojos. Tan malo y determinante fue el arbitraje en aquel partido que Baliño fue parado una fecha por el Colegio de Arbitros.

Un año antes, el que había bajado la guadaña vestido de amarillo había sido Saúl Laverni. Huracán lo ganaba 1-0 con un golazo de Toranzo e imponía condiciones más allá del resultado. El desarrollo favorable propició un mano a mano donde Abila fue derribado por Torrico, una vez que la pelota ya había superado la línea del arquero. El árbitro rosarino, que más tarde cobraría un penal para el Ciclón por un supuesto –generoso adjetivo- empujón de Vismara a Romagnoli, se tragó el silbato y privó al Globo de estirar la ventaja en un momento clave. Un día después aquella actuación de Laverni le suscitó una anecdótica y recordada pelea en Radio La Red con Gustavo López. “Yo hubiese cobrado penal«, criticó el periodista, a lo que el juez contestó: «Por eso vos sos conductor y yo soy árbitro«. López miró su stack, tenía fichas de sobra y subió la apuesta: “Igual, convengamos que usted no es de los mejores árbitros«. Laverni, bastante más lúcido declarando que dirigiendo, remató: «Vos tampoco sos de los mejores conductores”.

Los números dicen que si tomamos como referencia los últimos 5 partidos en el Nuevo Gasómetro a Huracán le pitaron 4 penales en contra y le expulsaron 3 jugadores. Para el eterno rival la hoja está en blanco…

Periodista, ex Olé. El fútbol no es un juego: es todo

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