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El estadio de Huracán fue, otra vez, escenario de una brutal pelea entre hinchas. Esta vez, la gresca entre simpatizantes del Globo y de Estudiantes obligó al árbitro, Germán Delfino, a suspender el encuentro cuando sólo se habían jugado 32 minutos y el visitante ganaba 2 a 0

Apenas habían pasado 15 minutos de juego cuando un grupo de hinchas de Estudiantes se apoderó de una tribuna que funcionaba como pulmón. Desaforados, ni siquiera les importó que su equipo ya ganara 1-0. Era evidente que querían parar el encuentro por la fuerza. Sólo se precisaba un fósforo para desatar el incendio. El segundo gol de Estudiantes avivó el fuego. Carteles voladores. Travesías de hinchas locales desde la popular a la platea. Saltos en largo para combatir cara a cara con el rival de turno. Fuera del estadio, el desconcierto era el mismo. La gente de Estudiantes se retiró custodiada por la Policía. La de Huracán salió rápidamente, con la intención de prolongar la lucha en las calles. No pudo.

A la salida de la popular local, sobre la calle Luna, ocurrió lo insólito. Cuando un grupo de unos 15 efectivos despejaba la tribuna, uno de ellos les gritó a los hinchas locales un «se van a la B» que impactó en el corazón futbolero. Los simpatizantes de Huracán explotaron.

Una hora después del partido, los jugadores y el cuerpo técnico de Huracán, que no hicieron declaraciones, se retiraron en sus autos particulares, insultados por unos diez hinchas. Gastón Monzón, el arquero, permaneció varios minutos esperando a que lo pasaran a buscar. Al borde de las lágrimas, hablaba con un hincha que le pedía explicaciones. «Estamos jugados, estamos mal«, decía.

El terror no había terminado. Alrededor de las 20, unos 150 hinchas de Huracán se acercaron a la sede, en Caseros 3159, para protestar. Unas 10 personas golpearon a patadas la puerta e intentaron ingresar, sin éxito. Cortaron la calle y prendieron fuego algunos neumáticos. La Policía no tardó en llegar, con seis carros de asalto y un micro de la infantería. Cinco motos policiales entraron a contramano por Caseros y dispararon, al grupo de hinchas y a las personas que pasaban por allí. Camilo Corti, hincha del Globo, recibió un disparo en un tobillo y fue internado en el Penna, fuera de peligro. Ese hospital recibió a otros cuatro simpatizantes. Uno de ellos debió ser asistido por un traumatismo de cráneo. Los otros tres, heridos leves, fueron dados de alta.

El caos había ganado otra batalla. Un nuevo escándalo en plena definición de los descensos. Y todavía no terminó…
Preguntas, que hasta ahora, no tienen respuesta

– ¿Como hicieron esos 100 hinchas de Estudiantes para ingresar, con el partido ya empezado, por un acceso inhabilitado para el publico visitante?

– ¿Por qué razón esos mismos hinchas fueron directamente a agitar el alambrado tras su llegada, y con más enfasis luego del segundo gol de su propio equipo?

– ¿Por qué no había un cordón policial entre la Miravé y la popular visitante como hay en TODOS los partidos, aún cuando en el Ducó recibimos a parcialidades de 200 personas?

– ¿Donde estaba el personal de Infantería mientras las barras de Huracán y Estudiantes se tiraban con todo?

– ¿Por qué los efectivos policiales «gastaban» a los hinchas con frases hirientes como «se van a la B» o «que pretendés con esa camiseta»?

– ¿Era necesaria la brutal represión que sufrimos en la sede social, los helicopteros, motos, carros, etc?, por un grupo de hinchas que se estaba manifestando de manera pacífica?

– ¿Por qué se suspendió el partido, si ni un alambrado roto había?

Muchas preguntas, pocas -o nulas- respuestas. Y mientras Huracán se nos muere …

Director, redactor y conductor de SoyQuemero

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