En zona de descenso directo y dando vergüenza dentro de la cancha, Huracán es por lejos el peor equipo entre los que pelean la permanencia. “Referentes” que se comen los mocos y se borran, pibes que se siguen quemando, un técnico que pone el pecho pero no encuentra un equipo decente y directivos que brillan por su ausencia. No está muerto quien pelea, pero da la sensación que Huracán ya no pelea más.

Del partido poco se puede decir, sobre todo por la poca resistencia que Huracán aplicó durante los noventa minutos. Es necesario decir que la primera situación de gol la tuvo el Globo, cuando Soplán remató al arco y Javier Cámpora no pudo interceptarla de lleno, para enviarla al arco de Colón. Lo contrario sucedió en el área Quemera, cuando Lessman se deshace con un previsible amague de la marca de Villán, remata al arco y sin querer termina habilitando a Damián Díaz, que solamente debe empujar la pelota al arco vacío.

Huracán tenía la pelota, pero Colón solo tuvo que cruzar una vez la mitad de cancha para dar por finalizado el partido, en el minuto ocho.

A partir de allí Huracán no mostró reacción, el equipo tenía la pelota pero el peligro se diluía cuando se cruzaba mitad de cancha, o cuando el estático Mariano Torres entraba en acción.

Colón aprovechaba las bandas para lastimar a una improvisada defensa que poco podía hacer para aguantar las embestidas del local.
Colón golpearía de nuevo unos minutos más tarde, Luque trepa por izquierda, elude a Villán e ingresando al área grande toca para Esteban Fuertes, este agarra la pelota, se acomoda, gira y remata (mientras Britez Ojeda observaba bien su número en la camiseta). El tiro de Fuertes entra por el medio del arco y vence a un Monzón que, como si se tratara de un penal, elige un palo para intentar contener el remate.

La derrota parecía consumada y el Globo tenía tibios intentos de descontar en el marcador, sin embargo la vergüenza deportiva de Cámpora y alguna corajeada de Battaglia no eran suficientes para lastimar la valla de Diego Pozo.

Para colmo Damián Díaz (un partido bueno y cien malos, obviamente el bueno lo tuvo contra nosotros) armó una gran jugada eludiendo camisetas blancas y definió con una sutileza que dejó parado a Monzón y a toda la defensa. Tres a cero, desconcierto y final de la primera mitad.

En el complemento la historia no varió demasiado, Huracán tuvo la pelota de forma intrascendente mientras Colón se sintió realizado durante los primeros minutos, sin embargo con el correr de los minutos fue invadiendo el campo Quemero y generando varias situaciones de gol que no pudieron ser concretadas. Los cambios propuestos por Pompei no pudieron hacer nada para revertir una abultada desventaja.

Terminaba el partido y una nueva goleada vapuleaba las aspiraciones de Huracán, que cayó en descenso directo junto a Gimnasia de La Plata. Si el campeonato terminara hoy, ambos equipos deberían jugar un desempate para ver quien desciende y quien juega la promoción, pero todavía faltan cinco partidos.

La actuación de algunos jugadores fue nefasta y por lo menos dudosa. Uno entiende que no es para nada lindo estar en esta situación, y que además se les debe sueldos. Sin embargo esta es una situación crítica. Si están enojados porque les deben sueldos (como al 90% de los jugadores del fútbol Argentino) que no jueguen más, porque jugando a un cuarto de maquina perjudican al equipo seriamente, total el día de mañana dejan el club, le hacen juicio y terminan cobrando mucha más plata de las que se les debe.

Párrafo aparte para la dirigencia, si realmente deben sueldos son unos flor de boludos, y perdonen la expresión tan vulgar, pero es la palabra que mejor sintetiza la inoperancia que reina en Huracán desde hace años. Por favor hagan algo bien para ayudar a sacar a Huracán de este momento.

Todavía se puede soñar con quedarnos en Primera, pero la realidad indica que será muy difícil.